Cada vez se habla más sobre el interiorismo experiencial, como si fuera un nuevo concepto, cuando, en realidad, es algo que está en el corazón de nuestro trabajo como diseñadores de interiores.
Piénsalo así: cuando te fascina el interiorismo, lo que más te satisface es hacer felices a las personas. Porque, desde el primer momento, piensas y creas los espacios para su uso y bienestar.
Pues bien, el interiorismo experiencial es el único enfoque que te permitirá diseñar interiores que harán felices a sus habitantes.
¿Y sabes por qué? Porque el punto de partida no serán las tendencias ni los estereotipos, sino las emociones: comprender qué es lo que sentimos, y qué queremos sentir es la base para convertir una casa en un hogar.
En este artículo te explicaré en qué consiste el interiorismo experiencial, cuáles son sus principios y cómo puedes aplicarlo para crear espacios, de verdad, acogedores.
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El interiorismo experiencial (también llamado interiorismo emocional) es el pilar para crear espacios acogedores.
Para hacer de tu casa tu hogar, aquel sitio donde entras y piensas: “¡¡WOW!! ¡Qué bien se está aquí!”
En el interiorismo experiencial, el usuario cobra protagonismo. Partimos de sus necesidades, en lugar de pensar, primero, en que el espacio sea bonito.
Porque el espacio cobra vida gracias a sus habitantes, que lo percibirán a través de:
Así, cada persona reaccionará activamente frente a cada habitación, cada sala, cada despacho y cada casa. Por eso decimos que el espacio, en sí mismo, es experiencia: porque entendemos la experiencia como el encuentro entre nosotros y aquello que existe.
Hemos dicho que el punto de partida del interiorismo experiencial son las emociones. Pero, además, debemos tener en cuenta que cada interior tiene sus preexistencias, es decir, parte de un entorno que ya existía antes de él.
Si tenemos que transformar un espacio, partiremos de unas características de construcción y una historia muy concretas.
Pero, además, la construcción de ese espacio se encuentra en un entorno natural o urbano específico, tiene una orientación determinada, una entrada de luz natural…
Y todo ello se tiene que escuchar y contemplar antes de empezar a crear.
Ahora bien, si hay una necesidad que tienen todas las personas es que sus espacios sean funcionales.
Eso significa que, en cualquier caso, las consideraciones prácticas deben cubrirse y resolverse con rigurosidad, para diseñar interiores eficaces y seguros.
Además, a la hora de diseñar, tendremos en cuenta el presupuesto, la construcción, los materiales… pero, también (y muy importante) la capacidad del espacio de evolucionar a medida que evolucionan sus usuarios.
Un ejemplo claro de este tema es el diseño de una habitación infantil: así como los niños crecerán rápidamente, también lo hará su actitud frente al espacio y el uso que harán de él.
Ya hemos visto que el interiorismo experiencial parte del usuario: de sus sentidos, sus emociones y su memoria personal y colectiva.
Vamos a analizar, ahora, por qué, para conectar con las necesidades de las personas es imprescindible hacer a un lado las tendencias y las modas.
Para ello, empezaremos por hablar sobre la memoria: ¿Qué es lo que recordamos, exactamente?
Piensa, por ejemplo, en tu hogar de la infancia. O en la casa de tus abuelos. Es probable que muchísimas sensaciones se hayan despertado en ti, aunque ahora mismo no seas capaz de hacer un dibujo exacto de cómo eran esos espacios.
Y eso se debe a que nuestro cerebro suele almacenar, sobre todo, experiencias.
Recordamos instantes en los que todos nuestros sentidos estaban presentes, y asociamos, a un solo hecho, una suma de fenómenos, un aroma, un crujido, una actividad, un tipo de luz…
Todas estas experiencias guardadas en nuestro interior son las que, en la edad adulta, servirán de referencia a nuestro cerebro para seleccionar aquello que nos emocionará. Porque será algo vinculado a nuestros deseos más internos, que están totalmente alejados de lo que la publicidad o la presión social nos quiere imponer.
Por este motivo, al interiorismo experiencial le interesan todos estos recuerdos que han quedado como referencia positiva de las personas.
Es lo que debemos interpretar, para poder crear una armonía entre los espacios y las actividades que se desarrollan en ellos.
Hasta aquí hemos explicado en qué consiste el interiorismo experiencial y cuáles son sus fundamentos.
Ahora quiero enseñarte tres ejemplos reales, para que veas, de forma práctica, cómo el interiorismo experiencial encuentra soluciones de forma natural, al escuchar e interpretar a las personas y sus espacios.
Cuando buscas ideas para decorar el recibidor de tu casa, es probable que te encuentres con imágenes como estas:
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Fuente de las imágenes: Pinterest
Paredes y puertas blancas, luz natural, colores neutros, un espejo redondo y un mueble recibidor o estante a media altura.
Pero, a veces, resulta que el recibidor de tu casa es pequeño, no tiene nada de luz natural, y la puerta de entrada tiene un color oscuro.
¿Qué puedes hacer en ese caso? Tienes dos opciones:
Seguramente has oído decir que, si pintas de blanco, o de crema, llegará más luz. Pero lo cierto es que, si la luz no llega, no llega.
¿Qué opciones tienes entonces?
Puedes optar por enfatizar un aspecto del espacio.
Me gusta dar este ejemplo, porque me recuerda a un proyecto con una clienta que tenía justamente este “problema”. ¿Y cómo lo resolvimos?
Porque, en definitiva, no se trata de tener un recibidor idéntico al de las fotos, sino de crear un ambiente coherente y con personalidad, en el que tú estés a gusto.
Ahora te daré un ejemplo personal. Porque, todo esto que explico a mis alumnos de los cursos de interiorismo y pongo en práctica en las casas de mis clientes, lo hago también en la mía.
En casa tenemos dos baños, y uno de ellos es nuestra otra sala, donde escuchamos música, jugamos al ajedrez o bailamos (entre otros quehaceres más higiénicos, ¡claro!).
Todo el suelo es de parquet, y ni te imaginas las fiestas infantiles que se armaban allí cuando mis hijos eran pequeños.
Así que, si tu baño es grande, y te apetece… ¿por qué no poner un equipo de música allí? ¿Quién nos dice que en el baño no podemos bailar?
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En decoración no existen las leyes: las pones tú.
Al conversar con mis alumnos y clientes, me encuentro con que, de entrada, hay un afán por los espacios diáfanos.
Pero, cuando empezamos a ahondar en sus emociones y en qué quieren hacer y sentir, siempre surge la necesidad de tener también espacios de recogimiento: dormitorios acogedores, donde descansar y sentirse protegidos. Porque, a veces, necesitas que el espacio te acoja, como lo haría una cueva confortable.
Fíjate en este ejemplo:
En este dormitorio creamos el ambiente acogedor del que te hablo, al:
Si hay una idea con la que quiero que te quedes, es ésta: en interiorismo no hay estándares, no existen las normas.
Para crear espacios acogedores, singulares, pensados realmente para las personas que los habitarán, lo que necesitas es escuchar y responder a las emociones.
Espero que, al haber llegado aquí, sientas unas inmensas ganas de empezar a experimentar.
Y, para ayudarte con ello, he creado mi guía gratis “Interiorismo experiencial: 5 propuestas para crear espacios singulares”, que incluye cinco pautas para poner en práctica el interiorismo experiencial al diseñar.
Allí te hablo sobre:
La guía es 100% gratuita: solo tienes que pedírmela, y la recibirás en tu bandeja de entrada.